Blue Grotto y Ghar Lapsi
Sur Este de Malta
"No existen tierras extrañas. Es el viajero el único que es extraño" Robert Louis Stevenson
Hoy era el último día en Siliema. Habíamos organizado el viaje en dos partes, primera semana zona sur y segunda semana zona norte con las islas de Gozo y Comino.
A pesar de no ser una isla demasiado grande, encontré algunas diferencias entre la zona norte y la sur. Ya opinareis vosotros con los siguientes posts, no sólo la diferencia la encontré en su paisaje si no también en sus gentes, algo más tranquilos y amables.
Hicimos las maletas, pedimos al hotel que nos las guardaran ya que la idea era hacer un par de visitas por la zona y las maletas no nos podían acompañar. Muy amablemente el Sr. de la recepción nos las cogió y "las guardó" en un rincón en el hall, con nuestro inglés algo españolizado intentamos explicarle que queríamos que nos hiciera el favor de GUARDAR LAS MALETAS, parecía que sí, que nos había entendido des del principio, pusimos nuestros candados, entre bromas y risas le dijimos que si estaba seguro que ahí era un buen lugar y de igual manera nos contestó que sí.
Nos tomamos el último desayuno en nuestro lugar favorito
Cafetería Mint
A pesar de nuestros temores hoy sí pudimos visitar la Blue Grotto antes de media mañana, cuando dicen que es la mejor hora ya que, si hay suerte y hace sol, su rayos entran en las grutas y las vistas son espectaculares. Al llegar allí, de nuevo nos encontramos con el mismo señor simpático de ayer que nos dirigía donde aparcar nuestro coche, con propina incluida ¡como no!
Fuimos a comprar el tique de la barca que nos haría el recorrido. No había cola, apenas dos personas, pero, como ya os he ido describiendo, eso a los malteses no les impide estresarse y estresarte, apenas nos había dado el cambio de la compra y sin nadie detrás nuestro, casi sin tiempo de recoger las monedas, empezó a decir "¡go! ¡go!" acompañado de un gesto de manos por si no entendías lo que decía con su lenguaje corporal entendías perfectamente que lo que quería era que te fueras ya de la taquilla, cuando en esta situación, una espera un GRACIAS QUE DISFRUTÉIS..., pero después de una semana en Malta, esto ya era tan característico en los malteses que nos lo tomábamos a risa ya que no era nada personal si no que....forma parte de ellos.
A partir de aquí nos dirigimos a la zona donde salen las barcas de no más de 8 personas que te llevan a las grutas. Por si no lo había mencionado, soy algo patosa, por lo que subir a esa barca para mí no fue nada fácil, una vez en la barca, te pones el chaleco, cámara de fotos en mano y listos para salir (bueno en realidad mientras te preparas la barca ya ha salido del embarcadero)
Hoy salían barcas hacia las grutas, pero esto no quiere decir que el mar estuviera lo que decimos como una balsa de aceite, por un momento pensé que caeríamos al agua. Luego supimos que no salieron barcas, así que...por los pelos...
A pesar de la rapidez con la que se hacía la visita (duración de 30 minutos aproximadamente) y el movimiento de las olas....MERECE LA PENA
Después de la visita, un bañito en el mar, como no.
Este rinconcito es la única zona de baño dado que, a pesar del oleaje del mar, aquí está tranquilo, parece que se calma exclusivamente para que los visitantes disfrutemos de él.
Después de tomar un refresco, hacer una visita a la tienda de souvenirs con compra de pulsera incluida y...PAGAR DE NUEVO UNA PROPINA al Sr. simpático del estacionamiento, nuestra siguiente parada eran las piscinas de Ghar Lapsi.
Así es Malata, de pronto una carretera de doble sentido se divide por una montaña. Y con una lógica aplastante (al menos la de Malta) la dirección que te dirige al mar va por encima de la montaña. OJO si no se está acostumbrado a conducir por la izquierda que, aunque hay señalización, fácilmente vamos a la dirección que no toca.
En esta zona de baño se concentran los lugareños que aprovechan los fines de semana para ir con las familias dado que no tiene profundidad y si no lo deseas no tienes que nadar en mar abierto. Eso sí, cuidado con las rocas, resbalan y están más cerca de tus pies de lo que crees.
Como se comentaba al principio, hoy tocaba cambiar de hotel y de ciudad. La segunda parte de nuestra estancia en este país sería en Qwara situada en el Noroeste de Malta. Una vez habíamos recuperado las maletas (intactas, tengo que decir) y a sabiendas que no sería fácil llegar a nuestro nuevo alojamiento, con música en el coche y paciencia nos dirigimos al norte de la isla.
No tuvimos especial problema en llegar a Bugiabba, St Paul's Bay y Qwara (tres ciudades indistinguibles entre sí por su cercanía) pero sí fue algo más difícil llegar a nuestro hotel, después de un par de vueltas sin sentido y volviendo al mismo punto una y otra vez mientras la chica del hotel me enviaba mensajes impacientandose por nuestra llegada, decidimos preguntar a un Sr., esperando, como hasta ahora, un "no se de qué me hablas" en un idioma entre maltés-inglés nos sorprendió gratamente cuando éste nos dijo en un perfecto inglés que era difícil llegar y que nos llevaría, siguiendo su coche nos plantamos en el hotel en 10 minutos. Relajadas y agradecidas le despedimos, pero ingenuas a que el hecho de haberle seguido como patitos a su mama hasta el hotel significaba que no nos habíamos fijado en el camino y por tanto...¿cómo volveríamos una vez saliéramos de allí? Pero este problema ya vendría más tarde.
Puesto que estábamos algo cansadas, decidimos descansar lo que quedaba de tarde y bajar al paseo marítimo (que ya no es Qwara ni Budgiabba si no St. Paul's Bay) en coche y cenar por la bahía.
Para acabar el día pasamos por el famoso Café del Mar de St Paul's Bay donde dicen que los miércoles es el mejor día para ir. Y no se equivocan.
Después de pasar un buen rato y escuchar buena música quisimos volver a "casa", como era de esperar, no sabíamos llegar, no es que seamos demasiado torpes con los mapas si no que, entre la complicación con el idioma, mini ciudades unidas unas con otras y el estar rodeadas de mar por todas partes, se nos hacía algo más difícil orientarnos, pero aquí nace nuestra segunda frase mítica de Malta "uno se muere cuando deja de respirar" Así que respiramos tres veces y por fin llegamos al hotel, suerte que encontramos aparcamiento en la puerta.
Mañana día 7 cambiamos de Isla.
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