Seguimos en Málaga.
Aún faltaba pasar la tarde en la ciudad andaluza. Pero antes, tal y como teníamos previsto y a la hora de la reserva llegamos al restaurante.
El joven camarero nos ubicó en nuestra mesa, un buen lugar, tengo que decir, un rinconcito guardado para nosotras en aquel gran restaurante. Bueno, para nosotras y para unos 15 chicos más, sí, justo al lado una larga mesa sólo ocupada por chicos . Un rato estuvimos especulando, hasta que uno de ellos, de forma espontánea no los confirmó, tampoco eran malagueños y estaban de despedida de solteros.
Como veis, no nos privamos de los mejores manjares de la casa incluido el vino. Entre plato y plato y copa de vino vinieron algunas confidencias que aquí no se van a desvelar.
Parece que paraba de llover y aún teníamos que visitar la catedral y, como no, ir de tiendas. Por lo que después de pagar y bajar aquellas empinadas escaleras que nos llevarían a la calle y que cuando llegamos no parecían tan altas ni tal largas, nos fuimos.
Paseando por el centro y creo que debido a que detectaron que teníamos ganas de seguir pasándolo bien, se nos acercaron en varias ocasiones para ofrecernos descuentos en varios bares de la zona. Al primero ni caso le hicimos, al segundo le cogimos la invitación y al tercero dijimos "venga va, vamos a tomar una copa antes de volver a casa"
Después de unos bailes llegó la hora de marchar, el día en Málaga se había acabado, pero volvimos contentas por que a pesar del mal tiempo nos había salido todo genial y nos lo habíamos pasado muy bien.
Volvíamos pensando en el siguiente.
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