BILBAO, nuestro segundo hogar
II parte, los “alrededores”
¡Hola de nuevo! Hoy volvemos para seguir hablándoos de Bilbao, pero
esta vez os quería mostrar algunos de los rincones que más nos gustan, fuera
del propio centro histórico.
Quien va a Bilbao no puede irse sin haber visitado el famoso Puente de Bizkaia, más conocido como el
Puente Colgante.
Esta impresionante obra de ingeniería, situada en el pueblo de
Portugalete, es una de las imágenes más icónicas de todo Euskadi. Sobre todo, no podéis ir a verlo y quedaros sin cruzar la ría por
él. Hay dos maneras: la más económica
es montarse en la barquilla (lo podéis hacer incluso con el coche) y la más
espectacular es subir a la pasarela superior y disfrutar de una de las vistas
más bonitas de la ría del Nervión. Aunque esta opción sale bastante más cara,
por lo menos una vez en la vida, hay que hacerlo.
Atención padres con carritos: ¡NO SE PUEDEN SUBIR LOS CARROS A LA
PASARELA! Podéis dejar el carro en el punto de información, eso sí.
De allí os podéis ir dando un paseo a uno de mis puntos favoritos: el Puerto Viejo de Algorta, en Getxo. El contraste entre las mansiones aristocráticas de principios del S. XX y las
casitas de pescadores, algunas reconvertidas en tabernas, hacen de este rincón
un sitio único para pasear con calma y perderse por sus callejuelas.
Si os hace bueno, os recomiendo hacer como los lugareños: sentaros en
las escaleras del Portu Zaharra y disfrutar de las vistas con un vinito y una ración de las extraordinarias croquetas del bar con el mismo nombre.
¡Ah, y no olvidaros de haceros
una foto con la Sardinera y el Arrantzale!
De ahí, si aún tenemos fuerzas, podemos seguir con el paseo y visitar el Molino de Aixerrota, situado en los
acantilados de La Galea. Actualmente, el molino alberga una galería de pintura
y tiene anexo un restaurante. Cómo curiosidad os diré que es uno de los sitios
típicos donde los recién casados de la zona van a hacerse las fotos, ya que,
desde aquí, se tienen unas increíbles vistas del mar y un precioso contraste
entre el verde de la hierba y el azul oscuro del agua.
Si el tiempo acompaña (que aquí nunca se sabe), podemos bajar un
ratito a la playa a descansar y a que los peques jueguen con la arena o a
buscar cangrejos entre las piedras. Y si no os apetece bajar a la arena, no
lejos de allí, también hay un parque infantil estratégicamente colocado delante
de un bar, donde los padres pueden recargar pilas mientras los peques juegan
mirando al mar.
Otra buena opción para pasar un día diferente y divertido es visitar Karpin Abentura (http://www.karpinabentura.com/), un
centro de acogida de fauna silvestre situado en el precioso Valle de Karrantza,
a una hora de coche del centro de Bilbao.
El parque está dividido en varias zonas:
- Animalia: es un refugio en semi-libertad para más de 55 tipos
diferentes de animales, (panteras, lobos, mapaches, macacos, etc.) todos ellos
rescatados del tráfico ilegal, abandono o donados por particulares e
instituciones. En el espacio de cada animal hay un cartel con su historia, a
cada cual más triste, pobrecitos.
Leerlas en voz alta con los peques es una buena manera de concienciarlos
del trato correcto que hay que dar a los animales y de la necesidad de que
estos vivan en libertad.
- Terrasauro: esta parte fue la que más me sorprendió. Se trata de un
campamento paleontológico con reproducciones a escala real de los diferentes
dinosaurios que hubo en la zona. No es que os vayáis a encontrar con Jurassic
Park, pero simplemente la situación en un frondoso bosque, ambientado con
sonidos de dinosaurios ya merece un 10. Y las figuras de los dinos están muy
bien, dentro de su modestia. Mención aparte merece el T-Rex animado dentro de
una valla de seguridad. El pobre U, que ya estaba sugestionado por el paisaje y
los ruidos, debió pensar que sí, que muy bonito, pero que mejor se lo miraba de
lejos y en mis brazos, jejeje.
- Gastornisland: es el jardín de las bestias que sobrevivieron a los
dinosaurios, también con reproducciones de los animales, algunas de ellas
animadas y que os pueden dar un buen susto.
- Dinotxiki: os recomiendo dejar este parque tan chulo para el final, porque
si no corréis el riesgo de que los peques no quieran ver nada más. Aquí debo
confesar que fuimos los mayores los que más disfrutamos con las tirolinas y los
toboganes gigantes, hasta el punto que cuando llegamos sólo había niños
jugando, y a los 10 minutos de nuestro despiporre y nuestros ataques de risas ya
estaban todos los padres vascos (normalmente más comedidos) haciendo lo mismo
que nosotros.
- Darwin Jauregia: está situado en el Palacio Chávarri, una de las
residencias más importantes del Bizkaia de principios del siglo XX. Actualmente
está siendo reformado y próximamente albergará, en sus cuatro plantas,
exposiciones y varias equipaciones tecnológicas donde interpretar el concepto
de la evolución de las especies.
Dentro del parque hay merenderos y servicio de cafetería, pero
nosotros optamos por salir a comer fuera, ya que no hay problema para volver a
entrar.
Nuestros amigos, con su buen criterio de siempre, nos llevaron a la sidrería El Cartero, un sitio de esos
para comer bien, pero BIEN y sin arruinarte. Su especialidad son las alubias,
que hacen en un curioso puchero en las brasas, pero nosotros nos decantamos por
hacer un poco de degustación de entrantes (a resaltar un revuelto de boletus
espectacular que U no quería compartir de lo bueno que estaba) y una buena
txuleta de segundo. ¡Ah! y de postre, pan perdido, la versión euskera del
pudding de pan… ¡delicioso! Y un trato excelente, sitio ideal para ir con
niños, desde luego.
Así que, si queréis pasar una jornada diferente, divertida y didáctica,
os recomiendo dedicarle un día a Karpin Abentura, seguro que no os arrepentís.
Y bueno, amiguitos, ¡esto es todo por hoy! Seguro que volveremos a
traeros a estas tierras para descubriros mil rincones más, pero para el próximo
post, nos quedaremos más cerquita de Barcelona, que también hay mucho por
descubrir.
¡Hasta pronto, viajeros en manada!
Elena
Elena
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